Lo tenemos crudo


El precio del crudo se ha convertido una vez más en tema de rabiosa actualidad. Las novedades que se producen diariamente son objeto de estudio, análisis y comentario por parte de expertos y de responsables económicos públicos y privados, así como del público en general.
No cabe duda de la importancia para la economía mundial en general, y para la española en particular, de las alteraciones en el precio del petróleo, incluso más allá de su vinculación con el precio de los combustibles y su repercusión sobre los costes del transporte y la recaudación fiscal asociada a los mismos.
Antes de nada, convendría señalar que existen diferentes precios del barril de crudo según estemos hablando de unas referencias u otras. Generalmente se utiliza el petróleo Brent, procedente del mar del Norte, pero también del West Texas Intermediate de Estados Unidos, el Tapis de Malasia, el Minas indonesio y Dubái como alusivo al crudo asiático.
La producción mundial se registra en muchas localizaciones, existiendo producción de alto nivel en los países miembros de la OPEP (Arabia Saudí, Argelia, Angola, Catar, Ecuador, Emiratos, Irán, Irak, Kuwait, Libia, Nigeria, Venezuela) y otros países como México.
Echando la vista atrás podremos encontrar el tremendo impacto sobre la economía mundial de la subida de los crudos en 1973, 1979, 1990 y 2000, entre otras fechas señaladas. Las causas fueron diferentes.
Así como en 1973 el desencadenante fue el embargo del petróleo por el apoyo de Occidente a la guerra de Yom Kippur tras el ataque de Siria y Egipto, la revolución iraní y la guerra Irak-Irán se pueden vincular a la crisis de 1979, la guerra del Golfo, a la de 1990, y en 2000 hay que apuntar a Reino Unido.
Si nos centramos en épocas recientes conviene recordar que en 2003 el petróleo se pagaba a 25 dólares el barril, en 2008 superaba los 147 dólares y en 2009 se situaba en los 60 dólares.
Si recopilamos la impresión de expertos, analistas, voces autorizadas y estudiosos del tema, el precio actual del crudo puede deberse a una serie de factores diversos y que según el momento representan un mayor o menor peso.
El otoño ha sido bastante cálido, lo que ha significado un menor consumo. La situación de determinadas economías que venían demandando importantes fuentes de energía, tales como China, Brasil y otras se ha ralentizado.
Hay también que apuntar a la estrategia de producción en Estados Unidos y en Arabia Saudí, en un caso por la importancia del fracking y en otro por la táctica de actuación en el mercado de los productores. Y de cualquier forma, parece que la obtención del llamado petróleo no convencional conseguido por pirólisis y a partir de esquistos bituminosos pueden conseguir que Estados Unidos se sitúe en cabeza de la producción mundial al final de esta década, lo que resultaría una nueva situación.
Tampoco hay que olvidar la diversificación de las fuentes de energía, que realmente se inició tras las reflexiones surgidas después de la crisis de 1973 y que en el transcurso del tiempo han terminado dando sus frutos tanto a nivel de producción como de aplicaciones prácticas.
La repercusión de la caída de los crudos sobre las balanzas comerciales de los diferentes países es un asunto relevante. Por ejemplo, en el caso español, de continuar el nivel de precios en torno a los 60 euros, supondría un ahorro en la factura de más de 5.500 millones de euros.
De momento, este efecto es importante pero hay que tener en cuenta que algunos países productores van a ser perjudicados en esta guerra técnico-comercial-táctica. Rusia aparece como uno de los países más afectados en lo negativo, sin olvidar a otras economías, como por ejemplo la venezolana, y en el terreno positivo se encontrarán otras economías, bien por su nivel de progresión en el desarrollo o por su dependencia, como son China, India y Brasil, además de la eurozona.
Una vez más interesa centrarse en el caso español porque los movimientos que se registran en la economía global nos afectan decisivamente. En este caso es el precio del crudo, en otros ha sido la recuperación económica de ciertos países punteros o la actuación de ciertos gestores internacionales de potentes fondos de inversión. Todo ello nos lleva a reflexionar sobre la repercusión del posible impacto de la política económica del Gobierno. Hay que concluir que es un conjunto de medidas cuyo efecto descansa a menudo en movimientos ajenos a nuestra economía y que escapan a nuestros gestores. Si la coyuntura es propicia, la gestión es fantástica, si la economía decae, entonces todo se debe a los especuladores internacionales o a los oscuros intereses de países prepotentes.
Por ello conviene estar alerta. Ahora baja el precio del petróleo y se abre un interesante horizonte pero se debería afrontar sin mayor dilación una política energética que cuente con la siguiente subida de los crudos y que se producirá previsiblemente antes de que termine el próximo año. Entonces el panorama será bien diferente.
A esto habrá que añadir la previsible evolución del dólar y del euro y los tipos de interés de las principales economías mundiales, que se convertirán en un quebradero de cabeza para los responsables de las mismas.
En ese momento el Gobierno, al repuntar el precio del petróleo, se verá obligado a subir los precios de los combustibles. Debemos tener presente que, a pesar de lo que algunos dicen, los impuestos especiales en España suponen alrededor del 35% del precio de la gasolina cuando en Francia, Holanda, Inglaterra, Italia y Alemania, por poner un ejemplo, superan el 40% y en algún caso se acerca al 50%. Esto, unido a mi convicción de que los Presupuestos para 2015 no son realistas sino que se basan en supuestos y previsiones, en muchos casos más bien de dudosa contrastación o cuando menos aventuradas, nos abocan a previsibles subidas impositivas de cierto alcance que provocarán nuevos sacrificios a una sociedad que permanece a la espera de soluciones eficaces y de un futuro esperanzador.
Fuente: cincodias.com

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